BANDERA A CUADROS

Una pasión por el automovilismo..

domingo, 16 de octubre de 2011

FALLECIÓ DAN WHELDON




 Los óvalos de una milla y media como éste son una verdadera locura. Demasiado rápidos pero con poco espacio y mucho peralte. Esa idea le ronda en la cabeza a muchos seguidores de las carreras americanas, especialmente las de autos IndyCar. Cuando corren a 360 km/h en líneas de a tres la distancia es mínima, las posibilidad de evitar un problema es casi nula.
En la vuelta 12 de la última carrera de IndyCar de la temporada, en Las Vegas, un par de autos tuvieron un contacto y empezó el caos. Algunos pudieron chocar entre sí y hacer trompos, incluso golpear el muro. Pero otros salieron volando por el aire y su destino quedó echado, absolutamente al azar.
Fueron los de Dan Wheldon Y Will Power. Wheldon había elegido la línea externa y se mantenía en ella. Por dentro iba Power. Ambos se montaron en las ruedas traseras de otros autos y empezaron a volar sin control. El auto de Wheldon se invirtió y golpeó el muro en esa posición. El auto perdió el Rollbar con el impacto. De esos golpes difícilmente se pueda salir con vida.
La carrera se detuvo inmediatamente con bandera roja. Los pilotos fueron auxiliados. Los autos retirados del lugar. Todos enganchados en enormes grúas. El de Wheldon fue el único cubierto con una tela amarilla, bajo la cual se adivinaba la gravedad del accidente. No tenía salientes superiores. Estaba como aplastado.
Tras dos horas de espera angustiosa, se hizo una reunión de pilotos y se dio a conocer la triste noticia. Dan Wheldon, inglés de 33 años, había perdido la vida en el accidente. Los pilotos salieron de la reunión sin decir nada. Se fueron a sus pits y esperaron el anuncio oficial. Entonces, con un dolor inmenso, se subieron a sus autos y fueron en formación de a tres al circuito para dar un homenaje con sus autos al amigo, al colega, al piloto, al hombre.
Éste año Wheldon se había quedado sin butaca, pero había corrido las 500 Millas de Indianápolis y las había ganado. Parecía una historia de película. Nuevamente se quedó sin auto hasta ésta carrera en Las Vegas, donde sólo él, si ganaba, se llevaba 2,5 millones de dólares, tal era la especial característica de la prueba. El retiro de la IndyCar de Danica Patrick había dejado libre una butaca importante en la categoría y aunque no era oficial, se decía que Wheldon ya había estampado su firma para correr ese Dallara verde, negro y naranja.
Ésta mañana dicen que lo vieron con mucha alegría, es que era el piloto especial de la carrera. Cuando le preguntaron si creía que podía ganar, respondió claro, sino no estaría aquí. Murió haciendo lo que más le apasionaba, pero cuando ocurren accidentes como el de hoy, las preguntas vuelven una y otra vez.
La imagen del Accidente.¿Los pilotos pueden decidir dónde y cómo correr? Una vez adentro son parte del juego, y si les toca una pista peligrosa allá van. Es parte de las reglas. Un observador de éste fin de semana en Las Vegas comentó que al finalizar cada tanda de prácticas, acercarse a algunos pilotos apenas bajaban del auto daba escalofríos Al sacarse el casco y la capucha, estaban pálidos, con la vista desorbitada, con el miedo a flor de piel. ¿Es esa la forma de hacer automovilismo que aman o es lo que les toca hacer y sólo lo aceptan? ¿Si les dieran a elegir, correrían por propia decisión en pistas así con éstos autos?
Ver el accidente una y otra vez no hace más que repetirl esas preguntas. No eran autos, eran balas. No era un accidente múltiple. Eran pedazos de hierros volando como proyectiles con seres humanos adentro. Ver romper en llanto a Darío Franchitti al subir a su auto para hacer ese homenaje a Wheldon, estremece. No son pocos los que piensan que esta carrera fue el colmo, un verdadero símbolo de lo que no debería ser una carrera de autos: Se corrió en Las Vegas, la ciudad del juego. Había 5 millones de dólares de premios, con autos que rozan los 400 km/h girando como locos unos al lado de los otros, encajonados por un paredón. Más que un óvalo parecía el circo romano del siglo 21.

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